Tratamiento de Osteopatía
En la primera consulta, el primer tiempo del tratamiento osteopático incluye un examen completo: anamnesis, inspección de la postura, palpación de los tejidos y articulaciones, tests de movilización activos y pasivos, tests ortopédicos y neurológicos, examen radiológico y pruebas de laboratorio que dispone el paciente.
El examen osteopático va a evidenciar todas las alteraciones mecánicas del aparato locomotor, del cráneo y del sistema visceral. Después de esta evaluación cuidadosa, precisa, completa y global el Osteópata establecerá la cadena lesional del paciente.
En la parte terapéutica el Osteópata aplicará toda una serie de técnicas adaptadas al diagnóstico osteopático previamente establecido:
– OSTEOPATIA ESTRUCTURAL o dirigida al sistema musculoesquelético, donde aplicamos diversas técnicas adaptadas a cada disfunción, a cada tejido, a cada paciente, dándose durante la sesión de tratamiento, un continuo análisis y un continuo decidir del Osteópata, sobre qué técnica aplicar.
– OSTEOPATIA VISCERAL, orientada a actuar sobre los tejidos que participan en las funciones de las vísceras, las membranas fibrosas en relación, los músculos, los diferentes planos de deslizamiento entre los órganos, los vasos sanguíneos, los nervios, todos los tejidos que aseguran el funcionamiento orgánico, deben estar libres en su paso anatómico, lo que no siempre ocurre y que puede ser debido a adherencias, tracciones miofasciales que dificultan la normal movilidad de las vísceras. Las técnicas manuales viscerales ayudan a liberar interrupciones en el flujo de movilidad, lo que ofrece al organismo una base funcional más útil, productiva y saludable.
– OSTEOPATIA CRANEAL Y TERAPIA CRANEOSACRA que actuando también
mediante técnicas manuales, liberan y facilitan la micromovilidad del cráneo y el conjunto de la relación craneosacraa través de las membranas meníngeas y el papel del líquido cefalorraquídeo. Algunas consecuencias de alteraciones posturales, traumatismos, desequilibrios musculares etc, pueden afectar a nervios craneales, arterias, glándulas y otros tejidos, a su paso por orificios craneales o en el interior mismo, lo que puede provocar neuralgias, dificultades de visión, audición, alteraciones de algunas funciones glandulares, vértigos, migrañas, e incluso a través del sistema nervioso vegetativo, trastornos digestivos, respiratorios, vasculares etc.